jueves, 26 de junio de 2014

Es un arte...como todo.

"Unos fuman, otros beben, otros se drogan,
otros se enamoran... cada quien se
mata a su manera"



I
El despertador se encuentra junto al  cenicero. Ya por si solo esto involucra una metáfora hermosísima en la que Esteban se ve envuelto cada mañana: El tiempo que se consume, nos consume.
Suele ser agrio despertar y no verte. No volveré a hablar con Dios, pensaba Esteban mientras sacudía su cuerpo de las sabanas y callaba el espantoso ruido del reloj despertador. De nuevo el mismo dolor en la nuca que lo obliga a llevarse las manos a la cabeza, el mismo dolor, el mismo dolor… Después de un rato todo empieza a volver a su lugar, los pensamientos de Esteban se van acomodando para tener sentido; y así pasa de pensar en ciempiés, tijeras y colores, a pensar: es tarde, maldita sea, de nuevo y como siempre es demasiado tarde.

II
Empieza otra jornada. Otra larga caminata al parque y de regreso solo para ver que todo marche bien. Para comprobar que el mundo no se ha acabado o que no se ha vuelto loco…aún. Caminar es como una meditación activa, Esteban lo sabe y es por eso que lleva la mente en blanco. Esta sensación de  vacío, de un blanco puritano tan asqueroso es lo que lo hace recordar. Hay un recuerdo, de todos los que pasan por su cabeza, es preciso saber que solo uno, de las millones de imágenes que se le presentan, es el que le causa pararse siempre en la misma calle. Voltea hacia atrás para verificar que nadie le siga. Entonces a su lado hay una pared enorme, que alguien, quien sabe porque motivo puso ahí. Una pared de ladrillo. La observa maravillado, como un tontuelo. Recorré con la vista cada centímetro que compone esta gran pieza, la examina con tranquilidad. Esteban ve algo que no está, algo que debería ser pero que no es.

Pasan unos cuantos minutos antes de que cierré los ojos y tomé el suficiente valor para volver a abrirlos y regresar a casa. Y mientras se marcha se dicé a sí mismo: Todo marcha bien…perfectamente.

III
− Promete que la pintaremos, como en las fotografías  que me has enseñado. Promete que será algo así como nuestro testimonio.

−Sí, supongo que no estaría mal.

−Pero promételo, con el dedo ¿sí?

−Prometido…

Se acuerda de esto mientras toma una taza de té. Comienza a recordarlo todo. Había que pintar la pared porque se lo había prometido con el dedo. Pero era cierto que ella ya no estaba, que se había marchado. Pero era una promesa…

IV
Salió con un bote de pintura blanca y una brocha. Se detuvo frente a la pared. La contemplaba con el mismo asombro de siempre. Cada día, durante tres años la miró del mismo modo, sin pestañear, resistiendo las ganas de llorar, las ganas de destruirla. Hoy por fin era el día de ponerle fin a todo este asunto tan absurdo. ¿Cómo no pude superarlo?, pensaba. Es un asunto tan estúpido, pero algo le decía que no del todo. Se quedó sentado frente a la pared una vez que la había pintado de blanco. Le faltaba algo... “Como en las fotos que me has enseñado” “Promételo con el dedo”…”Sera como nuestro testimonio…promételo”, escuchaba Esteban.

V
Los momentos más dolorosos que uno experimenta son aquellos que van acompañados de un recuerdo, de uno en especial. Esos fueron los cinco minutos más largos en la vida de Esteban, aquellos momentos en los que con la brocha y un poco de pintura negra escribía la frase que haría de epitafio, porque esa pared sería como la tumba de ese lindo recuerdo. Cinco minutos bastaron para olvidar el sufrimiento de tres años de vació.

Y así, una vez terminó. Se marchó sin titubear, sin voltear hacia atrás. No llovió, mucho menos salió un rayo de sol para iluminar el rostro de Esteban. Era un día cualquiera, con un clima cualquiera, sin nada de especial y con muchas cosas comunes que nadie se detiene a observar.  Cumplió la promesa, lo hizo; por el dedo o por cualquier otro motivo. Y se fue, nunca más volvió a mirar hacia atras. Llegó a dormir. El despertador junto al cenicero: El tiempo que se consume, nos consume.

VI
La pared decía: Morir es un arte, como todo…

No hay comentarios:

Publicar un comentario