domingo, 20 de abril de 2014

La creación y destrucción por agentes finitos es imposible






La gente miente cuando dicen que las cosas no son para siempre. Nada tiende a desaparecer, El movimiento continuo de la cosas; círculos. Nada nos pertenece, ni el hermoso aroma de aquella mujer, ni las lilas, ni los arroyos, ni el cielo, ni la materia. Somos pequeños puntos, en un sistema que invariablemente se repite, y se repite y se repite… y la verdadera paradoja es que entre tanta repetición uno invariablemente se vuelve un agente finito. 


Todo se mueve constantemente, todo cambia de forma constantemente, todo se dilata constantemente, todo se muere constantemente. Como una rueda de la fortuna que gira constantemente y que solo se detiene para seguir adelante, así sería la forma en la que trabaja el Universo, así pasa: la luz, el calor, la fuerza… Y lo poético, que nos demuestra que la poesía  no es una cosa que anda por las calles, sino que anda por el cuerpo y baja por la frente y se acomoda en un rinconcito de la nariz, para luego escurrirse por el cuello, bajar por el brazo, llega la pluma como agente intermediario y entonces la poesía baja y se escribe, y es un papel y es nada, así es la poesía, y lo poético sería saber que nada acaba, que todo es para siempre y que el amor se va, y se guarda en un rinconcito del Universo y después escurre, por eso de las casualidades, para llegar a un parque, a un viaje, a una calle, a un Río en Costa Rica, a dos manos, a dos labios, a un beso. Eso es, digamos que lo poético del Universo es que vendría siendo un poema, enormísimo, de mil versos, de mil estrofas. Un poema que invariablemente se repite constantemente. 

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