domingo, 20 de abril de 2014

Profesiones insolitas

Hay un hombre, esto debe quedar claro, solo es un hombre en toda la faz de la tierra el que extrañamente puede desempeñar este oficio tan difícil. Es algo hermoso, lo digo porque yo lo veo todas las mañanas cuando camino por el parque y veo las calles moradas. Entonces me siento en una pequeña banca, porque hay que sentarse para ver a este hombre trabajar. De pronto este sujeto aparece con una escoba verde, se pone a barrer las flores de las Jacarandas que caen al piso. Uno puede contemplar como el hombre se llena de dicha, de perfume violeta, durante una hora completa este sujeto barre las calles del parque, después de esto junta una enorme montaña de flores, las mete todas en unas bolsas negras, se marcha. Yo siempre me quedo hasta el final, disfrutando los últimos momentos de esta hazaña matutina. Veo como el hombre se aleja entre la luz del sol, dejando todo el lugar devastado, veo cómo se va con la escoba y las bolsas llenas de flores. Ya lo que haga con las flores no es asunto mío, pero yo imagino que un profesional de su talla llega a su casa, deja la escoba a un lado de la puerta. Abre la bolsa y deja caer todas las flores sobre una mesa larguísima. Se pondría a escoger las flores más bonitas, las de más olor, las más violetas, las menos parque, las más vida, y toda esta selección natural sería con el fin de hacerle un bonito collar a su mujer o unos pendientes o unas lindas cortinas. Y cuando el collar se empieza ha entristecer, y se empieza a morir poco a poco, ella sonríe y se pone muy feliz; la esposa más feliz mundo, porque sabe que mañana tendrá otro collar o quien sabe, si tiene suerte, le regalarán un autorretrato violeta; un espejo floreado.

La creación y destrucción por agentes finitos es imposible






La gente miente cuando dicen que las cosas no son para siempre. Nada tiende a desaparecer, El movimiento continuo de la cosas; círculos. Nada nos pertenece, ni el hermoso aroma de aquella mujer, ni las lilas, ni los arroyos, ni el cielo, ni la materia. Somos pequeños puntos, en un sistema que invariablemente se repite, y se repite y se repite… y la verdadera paradoja es que entre tanta repetición uno invariablemente se vuelve un agente finito. 


Todo se mueve constantemente, todo cambia de forma constantemente, todo se dilata constantemente, todo se muere constantemente. Como una rueda de la fortuna que gira constantemente y que solo se detiene para seguir adelante, así sería la forma en la que trabaja el Universo, así pasa: la luz, el calor, la fuerza… Y lo poético, que nos demuestra que la poesía  no es una cosa que anda por las calles, sino que anda por el cuerpo y baja por la frente y se acomoda en un rinconcito de la nariz, para luego escurrirse por el cuello, bajar por el brazo, llega la pluma como agente intermediario y entonces la poesía baja y se escribe, y es un papel y es nada, así es la poesía, y lo poético sería saber que nada acaba, que todo es para siempre y que el amor se va, y se guarda en un rinconcito del Universo y después escurre, por eso de las casualidades, para llegar a un parque, a un viaje, a una calle, a un Río en Costa Rica, a dos manos, a dos labios, a un beso. Eso es, digamos que lo poético del Universo es que vendría siendo un poema, enormísimo, de mil versos, de mil estrofas. Un poema que invariablemente se repite constantemente.